Dar cera, pulir cera. Dicese de ese aprendizaje que se realiza a base de movimientos simples, pero repetitivos, hasta que uno logra interiorizar ciertas acciones dentro de su ser y acaban pareciendo espontáneas, por lo rápidas e irreflexivas. Eso mismo me ocurre con las vacaciones: dar crema, extender crema. Tumbarse al sol y darse la vuelta. Hacer un largo en la piscina y luego otro. Te acabas acostumbrando, acabas creyendo que forma parte de tu rutina diaria, que has nacido para estar boca arriba en una hamaca mirando al mar y tomando un granizado de limón.
Lo cierto es que por su carácter efímero, las vacaciones de verano tienen ese halo de deseo que nos hace anhelarlas todo el año. Qué bien se está cuando se está bien, aunque dure poco tiempo, aunque sea una simple sucesión de momentos sencillos pero placenteros.
El primer baño en el mar, el olor a crema en la piel, el mirarnos en el espejo y descubrir que el bronceado nos hace más atractivos, los vestidos, los pareos, las locuras que sólo se hacen en verano...
Estoy tan a gusto ahora mismo escribiendo este post que me quedaría aquí para siempre. Desde la casa que hemos alquilado para pasar unos días en familia, en plena montaña pero con vistas al mar, con una piscina infinita a nuestros pies y con un silencio y una tranquilidad que tan sólo el dinero puede pagar, en esta ocasión.
Creo que serán de esas vacaciones que no olvidaremos por lo mágico de esta casa y del lugar en el que se encuentra. Si hubise tenido que decorarla yo, no lo habría hecho de otra forma. Me da cierta pena desvelar su localización, por miedo a que de repente se llene de personas deseosas de alquilar una Villa allí cada verano y nos quedemos sin la posibilidad de volver.
Se aproxima el momento de regresar a casa y quiero disfrutar cada momento para estar con mis hijos y mi marido, bañarme con ellos, verles jugar en la arena, descubrir como me veo reflejada en mi hija de cinco años cuando yo tenía su edad y veraneaba con mis padres en el Mediterráneo...
Se hacen mayores a pasos agigantados y me gustarían que guardaran algún recuerdo en su memoria futura de estas y de todas las vacaciones de verano en familia. Son los días del año en que más tiempo pasamos juntos y donde podemos redescubrirnos y querernos más que nunca.
Ahora os dejo para remojarme con mi hija y comprobar sus avances en natación. Es una pequeña sirena, ahora ya tengo claro a quién ha salido.
(Todas las fotos son originales y podéis ver muchas más en mi cuenta de Instagram @lepetitpanier_and_co )¡Feliz Verano!
Publicado con Blogsy
